El festejo final por haber conseguido clasificar a la siguiente etapa de la Copa Libertadores, será inolvidable para los jugadores, con el canto "dale Deca, dale Deca", seguido de una palabra que representa un sentimiento de pertenencia, "Tucumán, Tucumán", con todo el orgullo pleno de los hinchas, en comunión con los futbolistas que se acercaron a ellos en un rincón del Girardot, será inolvidable.
Atlético Tucumán hizo lo que tenia que hacer, aguantar para sobreponerse a un gol casi de arranque, y sobre todo el amor propio. En lo futbolístico, el orden fue la clave. Algo típico de los equipos del Ruso Zielinski, que esta vez se vio en su mejor exposición.
Nacional de Medellín, es justo decirlo, está lejos de la versión que dio la vuelta olímpica en la Libertadores 16. Aunque los colombianos mantienen su sello con Jorge Almirón, en base a posesión y aceleración. Fallaron en el pase final y en la definición. Sin olvidarse de las buenas reacciones del Laucha Lucchetti.
No fue el arquero el único punto alto. Mercier aportó su experiencia en la contención. Los zagueros, Bianchi y Cabral, rechazaron todo. Aliendro mostró su esfuerzo y la Pulga Rodríguez, el que había dicho que era el partido más importante de la historia del club, ratificó que no juega sólo con el nombre y dejó todo hasta que el Ruso lo sacó en el segundo tiempo.
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